Hace un par de años, más o menos, las monjas, de la casa-colegio de menores procedentes de familias problemáticas, que son colindantes con la urbanización en la que vivo, talaron, o mejor dicho, mandaron talar media docena de hermosos árboles que cobijaban desde hace mucho tiempo, al menos 30 años, un par de nidos de urracas.
A primeros de este año, mi comunidad taló varios árboles que, al parecer, eran una amenaza, por su posible caída, sobre los viandantes. Ayer mismo, la urbanización vecina ha empezado a derribar todos los árboles, y son más de una docena, que delimitan la linde entre los dos bloques. Desde mis ventanas se aprecia el vacío que se ha producido y que, de entrada, da sensación de pérdida de intimidad.
Dudo que vuelva a ver por estos lares a las ardillas que con frecuencia correteaban por los mismos aunque sólo fuera para otear los alrededores, ni volveré a escuchar el canto vespertino de algún mirlo que se ha encaramado en la copa del más alto. De verdad, siento pena y la urbanización parece triste.
2 comentarios:
Sólo pena ? Cárcel les daba yo !!! Ya siento q estas cosas sigan pasando...Te escribo desde Oña, desde el café de un amigo, 10 megas gratis, tomando un café riquísimo. Veo casi la tumba de mi padre, todo es arte y aguanto sin fumar. Hice muchas fotos, te iré enviando. Saludos
Disfruta aunque sea sin fumar. A ver si ese bonito lugar ya que baja en población, aumenta en número de buitres leonados, alimoches, etc. Un abrazo.
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