No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas. (Séneca)

miércoles, 26 de agosto de 2009




... un escribidor (3)

Sé que los ensueños oníricos, en la mayoría de los casos, son incongruentes y absurdos, pero me resulta enigmático soñar situaciones que recuerdo haberlas vivido ya, aunque con algún que otro matiz diferente.
Es el caso que me ha ocurrido hace unos días: Subía por las cuatro calles camino del Castillo, que así llaman en el pueblo de mis antepasados a un torreón medio derruido y situado en un altozano y, como era de noche -yo siempre he subido al mismo con luz diurna y como mucho ha anochecido antes de iniciar la bajada de regreso- pues no había un alma por la calle.



Después de dejar atrás el Casino y la Casa Consistorial, el caminar se hace cada vez más costoso a medida que vas sobrepasando las cuatro últimas casas del núcleo urbano hasta llegar a media ladera junto a las ruinas de la que fuera, otrora, la segunda parroquia del pueblo en sus buenos tiempos; llegó a tener más de 1.500 habitantes y ahora, apenas, sobrepasa los 400. Desde aquí la senda, rodeada de espliegos, tomillos y manzanillas, es bastante empinada hasta llegar a lo que, en su día, fue el foso del Castillo.


La noche, serena y con profunda negrura resaltaba y facilitaba la visión de las estrellas, siendo fácil ubicar las dos Osas, Mayor y Menor, con su Polar como guía. Contemplaba el cielo, cuando al otro lado del torreón y colgado del mismo se encontraba Óscar Pérez, el montañero que días atrás quedó atrapado en un lugar, prácticamente inaccesible, de la montaña Latok II en la cordillera del Karakorum. Curioso, nada que ver la pared de un torreón, aunque sea la única Torre del Homenaje en forma cilíndrica que existe en Castilla y León, con una montaña del Himalaya, pero allí estaba.
Su semblante era sereno, y creo que, al igual que yo en ese momento, se sentía pleno de paz y armonía con todo el universo. Además, por el mero hecho de ser montañero, tiene que ser buena persona, así me lo pareció él, y estar enamorado de todas las montañas, porque todas le gustan ya que cada una de ellas tiene su aquel. No dijimos palabra alguna, pero el cielo límpido con sus millares de lamparitas encendidas invitaba a pensar y pensar.
Un pensamiento se hizo dueño de mi mente; si desde el torreón todo me parecía miniaturizado y, al mismo tiempo, nuestras miserias humanas enormemente crecidas, cómo lo vería Óscar desde la pared de la montaña en que quedó...
...Acabo de oir por la radio que la expedición de rescate renuncia a llegar hasta el montañero por causa del mal tiempo y las fuertes tormentas. Sólo espero que el bienestar que sentimos en las ruinas del Castillo sea ahora permanente en su espíritu. Hasta luego Óscar, hasta otra...

4 comentarios:

anagun dijo...

Un regreso maravilloso, en toda regla !!! Qué preciosa ensoñación y que bello homenaje desde una Torre de Homenaje a un montañero, buena gente con seguridad !
Bienvenido, Mr. Revoltijo !!! Se te extrañaba !!!
Un abrazo

jotabede1 dijo...

Me alegra mucho estar de nuevo aquí con todos. Un abrazo Aries.

pepa mas gisbert dijo...

Oscar vivió como quería, quizás también murió así.

Un abrazo

jotabede1 dijo...

Un cordial saludo Alma.